domingo, 4 de diciembre de 2016

Capítulo 22: Todos podemos ver el miedo

    Elsa paseaba tranquilamente por el gran salón del palacio, estudiando con detenimiento su nueva y variada colección de esculturas de hielo: La estancia estaba abarrotada y se preguntaba de cuales deshacerse o cambiar de lugar. El gran salón tenía el aspecto de una gigantesca caverna congelada: paredes, suelo, techo, columnas y ventanas estaban cubiertas de hielo y escarcha, condensando el aire frío en toda la habitación y llenando el palacio de bruma.
Una sombra surgió tras ella.
- Te dije que podrías controlarlo, y también que sería increíble.
- Es poderoso y hermoso; Nunca me había sentido tan viva como hasta ahora. Esta fuerza me estaba consumiendo, gritaba por su libertad y ahora parece que no puedo parar: cuanto más lo utilizo mejor me siento – la reina se acercó a la estatua de un guardia y le acarició el rostro con delicadeza -. Es tan placentero... - de repente su rostro sereno cambió llenándose de rabia; Apretó con fuerza la cara del guardia hasta que la escultura se hizo añicos -. Pero Anna no está aquí ¿Dónde está mi hermana, Sombra?
- No lo se, pero puedo averiguarlo si mi reina lo desea.
- Tráela ante mí ¡y ni se te ocurra hacerle daño!
- A sus ordenes.

***
- Anna, no podemos quedarnos aquí, debemos buscar refugio en un reino vecino.
- ¡Al diablo con eso! Arendelle es lo único que me queda y no pienso perderlo ¿No lo entiendes? He perdido a mis padres, a mi hermana, a mi marido... y ahora un reino entero ¡No puedo permitirlo! Elsa me oirá por primera vez en muchos años, tengo mucho que decirle.
- No; No lo entiendo: nunca conocí a mi familia, nunca tuve nada, así que no sé que es perderlo todo. Pero es peligroso Anna, tu hermana está descontrolada, a este paso enterrará todo bajo la nieve, si pides ayuda en otro reino tal vez cedan.
Anna guardó silencio y reflexionó unos instantes. ¿Qué esperaba conseguir regresando a Arendelle? ¿A caso pensaba plantarle cara a todo el pueblo?¿A aquellos que habían intentado matarla? No. Eso no era una opción, era un suicidio. Siendo realista y sensata, se percató de que atravesar las montañas y buscar refugio en un reino vecino era la mejor opción; No la más sencilla, ni la más segura; Pero la mejor.
La princesa bajó la cabeza y apretó los puños.
- Tienes razón – concluyó. - Discúlpame.
- No pasa nada – dijo el rubio, realmente solo por decir algo -. Supongo que es normal. Perder aquello que te importa tiene que ser un golpe duro, por eso no quiero que te pase nada – la princesa alzó el rostro y clavó su mirada en él, confundida. Kristoff solo fue consciente entonces de lo que acababa de decir y trató de remendar la situación ignorando la calidez repentina de su rostro -. Bueno e-eres la primera persona con la que trato tan... profundamente, eso... ¡eso es importante! - Anna arqueó una ceja –. Obviamente tampoco quiero que le pase nada a Sven.
- Obviamente – respondió con una ligera sonrisa. Kristoff desvió la mirada y Anna no pudo evitar soltar una pequeña y tímida carcajada que no parecía tener muchas ganas de salir debido a los acontecimientos recientes. -. Volvamos al trineo. Espero que conozcas el camino hacia donde quiera que vayamos.

La princesa se envolvió todavía más en su triple capa de mantas de lana y giró sobre sus talones para dirigirse al vehículo. Kristoff dudó unos segundos pero enseguida siguió sus pasos mientras jugueteaba con el anillo que descansaba en uno de los bolsillos de su pantalón.
- <<Podría pedirle matrimonio con este anillo, con mi condición es lo mejor a lo que podría aspirar jamás. ¿¡Qué!? ¿Pero en que estoy pensando? ¿Acaso estas loco? Ella es una princesa; Una princesa todavía casada y embarazada, ¡quítate esas estúpidas ideas de la cabeza! A demás ¿qué puedes hacer tú por ella? Te vas buscando la vida como puedes, esa no es vida para ella: Viajar sin rumbo, pasar hambre y frio, dormir bajo las estrellas, oler a reno...>>
- Kristoff.
De pronto el joven despertó de su trance y se topó cara a cara con su compañera, la cual parecía esperar con la mano tendida a que alguien (él) la ayudara a subir al trineo; Tarea que el muchacho cumplió de buena gana. Acto seguido rodeó la estructura de madera para comprobar el equipaje. Cogió tres mantas más: Una la depositó sobre sus hombros, la otra sobre la espalda de Sven, sujetándola bien con en arnés del animal, y la última se la tendió a Anna, la cual aceptó para cubrir sus piernas y vientre.
- Anna. Emm... - se frotó la cabeza y, por algún motivo, eso pareció darle más confianza -. Quería darte algo que he encontrado, pensé que querrías tenerlo.
Bajó la vista ante la mirada curiosa de la princesa, cogió el anillo, y cuando alzó de nuevo sus ojos, éstos solo pudieron fijarse en una sombra amenazante que se acercaba a Anna peligrosamente por la espalda. El rostro de Kristoff se tornó pálido como la nieve virgen que caía a su alrededor, se le formó un nudo en la garganta y fue incapaz de pronunciar palabra. A medida que la sombra se acercaba, el rostro del rubio se deformaba en una mueca de horror.
- Kristoff...
Anna, preocupada, se giró lentamente. Fue grande el impacto visual del blanco níveo del paisaje al la oscuridad más absoluta que halló tras de sí. Sin saber muy bien por qué, alzó la mirada y dos luces áureas y frías como en metal se clavaron en ella probocándole una desagradable sensación, como si mil alfileres penetraran en su cuerpo.
- ¿Qué eres...? - logró titubear tras un gran esfuerzo.
- Tus peores temores, princesa.

***
- Jack, Toothiana, lo que nos pedís es un despropósito.
Y con estas palabras el conejo pooka dio por zanjado el asunto.
Todos los guardianes estaban reunidos en la inmensa y colorida madriguera de Bunny. Como cada año, preparaba la pascua con meses de antelación; Al igual que en la guarida de Norte y en la de Toothiana el trabajo no cesaba jamás.
- ¿Y ya está? - se quejó Jack -. Vengo aquí a disculparme y a tratar de hacer las cosas del modo correcto ¿y eso es todo lo que tienes que decirme? ¿Qué no puedo despedirme como es debido?
- Me parece que todavía no lo entiendes ¿que hacemos si se cuela una amenaza? - inquirió Norte.
- Pues combatirla, como hemos hecho siempre.
- ¿Y si sombra logra colarse en la distorsión? - el conejo parecía fruncir más el ceño con cada palabra - ¿Vamos a desatender nuestros deberes para ir a salvar otros mundos? Mundos con otro tiempo, a demás.
- ¡Maldita sea Bunny, eres un Pokka! ¿Quieres que me crea que solo tienes tu poder para ver acontecimientos pasados? ¿Eso es todo lo que se ha dedicado a hacer tu raza durante años? Revivir la historia como una película hiper-realista no parece muy útil.
- Es muy útil – respondió lentamente y tratando de contener su genio -. Sirve para aprender de los acontecimientos pasados, cosa que por cierto no pareces hacer nunca.
Jack empezaba a exasperarse. La tensión en su mandíbula lo confirmaba.
- Chicos, por favor – intervino el hada -, solo os está pidiendo unos minutos, estaremos alerta por si algo sucede. Elsa es la otra mitad de Jack; separarlos ya es cruel pero negrales una despedida es cruel y egoísta.
- ¿¡¡Egoísta!!? - bramó Norte - ¡¿Te parece egoísta querer proteger la Tierra de amenazas externas?!
- Egoísta es lo que vosotros pedís – continuó Bunny -. Y una estupidez, si se me permite añadir.
- Así, con tacto – farfulló el hada.
- ¿Sandy?
Jack se giró hacia su compañero buscando apoyo y un desempate.
El hombrecillo dorado, agradecido de que alguien le hubiera cedido la voz, comenzó a formar símbolos de arena sobre su cabeza. Todos los guardianes lo observaban con atención; Excepto Jack, pues ya no estaba ahí.

***
La reina recorría impaciente la habitación, clavando con sólida determinación sus tacones en el suelo cubierto de pedazos de hielo que semejaban cristales.
Elsa había estado inquieta desde la partida de Sombra. Algo en su interior parecía retorcerse como una una lombriz en un anzuelo perturbando su ser. Tal vez la preocupación por el paradero del caballero oscuro y su hermana, o quizás la conciencia de su parte perdida.
Fuera cual fuere, la soberana había matado el tiempo redecorando el gran salón, lo que implicaba la destrucción de alguna de las estatuas que lo poblaban.
El duque y sus guardias fueron unas de ellas.
Sombra le había contado todo lo ocurrido en Arendelle tras su marcha; cómo el pueblo se organizó bajo el mando del duque de Weselton y lograron colar rebeldes en el ejercito real para intentar acabar con su vida, y también todo lo que le ocurrió a su hermana. Lo que no le contó fue que todo ese terror descontrolado lo había avivado él.

La impaciencia se apoderaba cada vez más de ella, y cuando se plantó frente a la estatua de una criada dispuesta a amainar su nerviosismo, la puerta de abrió de par en par removiendo la espesa neblina que cubría todo el palacio.
Sombra entró con una Anna inconsciente entre sus brazos.
Al verlo, la expresión de la reina reflejó un profundo alivio y recogió su larga falda de plata y azul para correr junto a su hermana. Tomó el rostro de Anna entre sus manos acariciándolo con delicadeza y, cuando se aseguró de que estaba ilesa, se dirigió a Sombra.
- Llevémosla a su alcoba. Necesita descansar.
<<No te preocupes, Anna, por fin podremos estar juntas de nuevo>>.

Atravesaron los largos pasillos y escaleras hasta llegar a los aposentos de la princesa. Una vez allí, Sombra la depositó sobre la cama bajo la atenta mirada de Elsa.
- Tu hermana – comenzó con una macabra sonrisa en su rostro sin separar la mirada de Anna – tiene una fuerza extraordinaria. Puedo sentir su miedo y su dolor... Y su corazón puro.
Por algún motivo, esas palabras hicieron que la reina se estremeciera de pies a cabeza.
Tuvo un horrible presentimiento; Ya no se sentía tan segura como hace unos segundos.
- ¿Qué ocurre? ¿Te ha comido la lengua el gato?
- Aléjate de ella.
Sombra no pudo evitar soltar una carcajada.
- Primero me mandas ir a por ella, y ahora me pides que me alejé.
- ¿Qué quieres de ella? … o de mí.
La sombra entornó los ojos y esbozó un media sonrisa.
- Una chica lista. Verás: Un corazón puro es la fuente de poder más poderosa que puedas imaginar, y por desgracia yo ya no soy el que era. Quiero recuperar mi antiguo esplendor y ¿por qué no? Vengarme de los guardianes. Pero antes de eso, tengo todo un mundo por descubrir.
- ¿Qué le vas a hacer?
- Oh, nada, tranquila: No sufrirá, es un proceso indoloro. Al menos para mí. Solo tiene que aceptarme como huésped.
- Dijiste que mi poder era extraordinario, en ningún momento mencionaste a mi hermana.
- Y lo es. El problema es que es demasiado fuerte y en mi estado solo podría hospedarme si tu me lo permitieras. Pero no vas a hacerlo.
Un repentino dolor de cabeza hizo que la reina cayera de rodillas al suelo soltando un grito de dolor. Se agarró el cráneo con las manos, como si eso pudiera ayudar a calmar el dolor. Las voces en su interior parecían gritar más y más. No podía entender una palabra, pero el tono de dolor era evidente para ella.

Cuando el dolor cesó alzó lentamente la vista, encontrándose con los fríos ojos áureos que la observaban fijamente.
- ¿Qué... me has echo? - preguntó la reina, pálida, siendo consciente por primera vez de lo que había hecho desde que regresó a Arendelle.
- Yo no te he echo nada, solo te he abierto la puerta para que hicieras lo que siempre has querido.
- No, te equivocas, yo nunca quise esto.
- ¿No? ¿A caso no querías controlar tu poder? ¿A caso no querías vivir libre sin tener que ocultar tus poderes y no tener que preocuparte por el qué dirán y sin responsabilidades? - hizo una breve pausa y sonrió -. Ahora no podrán decir nada.
- ¡He llevado el reino a la destrucción!
Sombra soltó una sonora carcajada.
- Eso lo hiciste antes de conocerme, justo cuando saliste corriendo y te refugiaste en ese palacio de hielo con tu querido Jack. Pero es más fácil echarle la culpa a los demás ¿no?
Elsa no sabía que decir. Seguía tendida en el suelo, incapaz de respirar con normalidad y a punto de estallar.
Otro fuerte dolor de cabeza le hizo gritar. Miedo, odio, amor, ira... Sus sentimientos formaban remolinos nublando su mente, y las voces gritaban desesperadas por salir de allí. Durante un segundo le pareció volver a sentir la fuerza que había sentido antes, pero de repente se volvía a sentir dedil, insegura e indefensa.
Solo quería gritar.
- Elsa...
La reina alzó la vista con dificultad y pudo ver a su hermana sentada en la cama. Perpleja y desorientada; con el rostro pálido y el miedo en su rostro.
- Anna...
- Bien venida, princesa.
Sombra se giró y se dirigió hacia la joven de pecas, la cual se paralizó por completo al contacto con sus ojos.
- Elsa... ¿qué está pasando? - logró preguntar -.
Cuando Sombra estuvo a punto de rozar el rostro de Anna con sus dedos, Elsa logró concentrar todas sus fuerzas para abalanzarse sobre él. Forcejearon unos instantes pero la reina enseguida calló al suelo de espaldas.
- ¡¡No!! - gritó. Sombra se detuvo y se volvió hacia la reina -. Tómame a mí. Puedes quedarte mi poder si quieres pero no hagas daño a Anna.
- ¿No te resistirás? - preguntó con una tétrica sonrisa.
- No. Siempre y cuando me prometas que Anna no sufrirá ningún daño.
- Hecho.  

sábado, 3 de diciembre de 2016

Abro paréntesis, cierro paréntesis + Nueva encuesta

   ¡Hola queridos lectores!
   Hacía mucho tiempo que no me dirigía expresamente a vosotros. De hecho, hacía mucho tiempo que no publicaba nada en este blog (tres meses, aprox). ¿Por qué? ¿A caso dejaré de escribir este fanfic? ¡NO! Rotundamente no, y menos cuando estamos tan cerca del final.

   La cuestión es que terminado el mes de septiembre una gran pesadumbre se apoderó de mí. Llamadlo pereza, llamadlo estrés, llamadlo ansiedad o crisis existencial. El caso es que no estaba en mi mejor momento y desde luego no se me pasaba por la cabeza la idea de ponerme a escribir, y las veces que ocurría me apetecía más continuar 2nd Generation, por ser mucho más desenfadado.
   He cambiado algunas cosas en mi vida, mientras que una minoría de ellas siguen exactamente igual. Lo realmente importante es que, tras superar distintas fases de este "camino" (por llamarlo de algún modo), siento la cabeza más amueblada y estable, lo cual me ha hecho recuperar las ganas de escribir. ¡Espero que dure!

   Disculpad esta ausencia y muchas gracias a aquellas/os que me habéis mandado mensajes preguntando por el fanfic y por mí, especialmente Yuidela_Arendell y AngielineArendelle; Estoy realmente agradecida ^^


   Dicho esto me gustaría abrir una nueva encuesta para saber, como siempre, vuestra opinión respecto a la historia, pues he visto varios vídeos sobre el tema esta semana y una duda ha surgido en mi interior, así que la pregunta es: ¿Os parece dependiente la relación entre Elsa y Jack? No tengáis miedo a contestar, quiero vuestra más sincera opinión. Y, si alguien quiere a demás justificar su respuesta en los comentarios (cosa que me encantaría) es libre de hacerlo. 
   Como de costumbre la barra de encuestas está debajo de la imagen de Jack, a la derecha. 

   Creo que no tengo nada más que decir. Muchas gracias por estar ahí, si no fuera por vosotros probablemente me habría desanimado y no habría llegado tan lejos con esta historia. 
   El capítulo 22 está casi terminado por lo que espero no tardar mucho en subirlo.

   ¡Un saludo y hasta la próxima! 

jueves, 1 de septiembre de 2016

Capítulo 21: Conmoción

    Toothiana abrazaba a su amigo níveo como si tratara de protegerlo; No se había levantado del suelo y estaba más pálido de lo normal. Sus ojos parecían perdidos en el vacío mientras su mente intentaba aceptar la situación.
- Lo siento, Jack -dijo Bunny con un hilo de tristeza y arrepentimiento en su voz -, pero era necesario hacerlo. No devemos viajar entre mundos , y mucho menos los mortales: no sabemos como podría repercutir.
- ¿Pero si antes podíamos hacerlo por qué ya no? - preguntó el hada - ¿Qué ocurrió para que perdiéramos ese poder? ¿Quién nos prohibió viajar entre mundos? ¿Fue la Luna?
Sandy pareció interesado en responder a la pregunta, pero su iconografía no quedó del todo clara para Toothiana y para Jack. Norte se frotó el entrecejo fruncido, y entonces Bunny comenzó a hablar.
- Como ya sabes, los antiguos guardianes intentaron eliminar las pesadillas de este mundo. Para ello crearon una prisión especial oculta en el centro del universo. No tardaron en darse cuenta de que las pesadillas no sólo habitaban el la Tierra y guardianes de otros mundos se unieron a la causa: Uno de ellos era Sombra, quien se ofreció voluntario para custodiar la entrada de la prisión. Pero tuvo un segundo de debilidad en su vigilia y abrió la puerta; Eso fue suficiente para que todas las pesadillas se apoderaran de su cuerpo y de su alma.
- ¿Sombra era un guardián? - preguntó Jack incrédulo y todavía algo aturdido.
- Si. Y uno de los mejores – asintió.
>> Las pesadillas convirtieron a Sombra en su rey, concentrando en él todo el poder: Allí donde Sombra vaya irán las pesadillas y su reinado de terror. No es que hayamos perdido la capacidad de viajar entre mundos, simplemente no lo recordamos o no sabemos como hacerlo. Esto excluye a los conejos Pokka, ya que somos los responsables de mantener en orden el espacio tiempo. Pero si se volvieran a abrir rutas entre mundos Sombra podría acabar en uno de ellos y si no tienen guardianes están condenados. Del mismo modo, una amenaza externa podría acabar en la Tierra.
>>Alterar la realidad de los mundos es como alterar un ecosistema, pero a mayor escala. A demás, como bien sabéis, los guardianes no podemos entrometernos en la vida de los humanos, y mucho menos si son de otro mundo, pues con ello estaríamos alterando también su realidad. Sin mencionar el riesgo que corremos si nadie cree en nosotros.

Jack quedó unos segundos con la mirada perdida; Eran demasiadas cosas para asimilar y su mente parecía esforzarse por centrarse únicamente en Elsa y su repentina desaparición. Estaba tan frustrado, dolido y enfadado que sentía que en cualquier momento podría abalanzarse sobre sus amigos.
Con la revelación de Bunny todavía rondando en su cabeza, dedicó una mirada de odio a sus compañeros, les dio la espalda y se alejó de aquel lugar con un soplo de aire gélido.
Toothiana miró a sus compañeros con una expresión seria poco alentadora.
- Ni siquiera habéis dejado que se despidieran.

***

Jack dejó salir de su interior un profundo grito que resonó en el inmenso y blanco vacío de las tundras de Alaska y comenzó a golpear el aire con su callado como si estuviera luchado contra un millar de enemigos invisibles que lo rodeaban. Quería liberar toda su energía hasta caer al suelo exhausto y no pensar en nada. Pero eso era muy improbable, puesto que su energía en la Tierra era prácticamente ilimitada.
Continuó así hasta que oscureció por completo y se quedó observando la Luna que coronaba el cielo estrellado, en silencio.
- ¿Era ella? - peguntó el muchacho - ¿Era ella la persona por la que tanto he rogado? ¿Si es así por qué tenemos que estar separados? ¡¿Por qué después de conocerla y sentirme al fin completo tengo que separarme de ella?! ¡No lo entiendo!
El eco de sus palabras sólo dio lugar al silencio.
- ¡Responde! ¿¡Por qué nunca me respondes!?
Tras varios minutos de silencio una voz difusa, cordial y etérea resonó en su mente.
- <<Tu alma, tu ser... está roto, fragmentado>>.
- ¿Qué quieres decir?
No hubo respuesta.
- ¿Estoy destinado a “vivir” incompleto?
Una brisa helada golpeó el rosto de Jack meciendo sus cabellos. Miraba a la Luna con decisión y rabia esperando una respuesta. Si fuera una persona la habría zarandeado y golpeado hasta que no pudiera más.
- Gracias – dijo finalmente con sarcasmo y el ceño fruncido.

***

El pueblo saqueaba la despensa real mientras el duque de Weselton examinaba las habitaciones.
La primera fue el gran salón, donde halló los informes del príncipe Hans y la carta que lo marcaba como traidor. La siguiente fue la habitación de la antigua reina, Elsa, la cual decepcionó profundamente al hombre, pues esperaba encontrar información sobre los poderes de la muchacha y sus malévolas intenciones; En su lugar sólo halló un par de diarios que reflejaban un profundo anhelo y melancolía, matizadas con una mirada un tanto fantasiosa de la realidad en la que un chico mágico desaparecía para siempre al otro lado de la ventana. Finalmente llegó a la habitación de Anna. En ella encontró los diarios del tutor de Elsa. Se sumió por completo en la lectura, llegando casi a rozar las páginas con su prominente nariz, esperando encontrar algo que inculpara definitivamente a la reina y su familia. Pero no encontró nada, y tras terminar la lectura arrojó los diarios al fuego y se deleitó viéndolos arder, mientras planeaba su próximo paso para hacerse con el control del reino.

Un ligero crepitar a su espalda hizo que se liberara de su trance y apartase la vista de las llamas. Cuando se giró observó horrorizado como la ventana estaba completamente cubierta de escarcha y los muros y suelo de la estancia comenzaban a congelarse.
Salió corriendo de la estancia, quedando boquiabierto al comprobar que el pasillo estaba completamente congelado, con largos y puntiagudos pinchos que surgían de las paredes, suelo y techo. Se acercó a la ventana y ahogó un grito de terror cuando vio avanzar entre la tormenta a una figura familiar de cabello plateado y una larga capa ondeando al viento.

***

- Jack... - suspiró Toothiana mientras paseaba entre los millares de estanterías que guardaban los dientes de los niños.
Deseaba volar al lado de su amigo y decirle que todo iba a salir bien, pero conocía a Jack, y sabía que en esos momentos necesitaba estar sólo para calmarse o podría acabar tomándola incluso con ella.
Inconscientemente había terminado en la sección J del almacén de dientes . Se preguntaba a si misma si en los recuerdos de su amigo habría alguna pista sobre el permanente anhelo que sentía: Si había un modo de ayudarle lo encontraría. Para los niños los dientes que ella recogía eran simples recuerdos, pero para ella eran mucho más. Podía revivir la vida entera de los dueños de esos dientes. Podía vivirla como si fuera la suya propia y experimentar las mismas sensaciones; Solo había un problema: Estaba prohibido.
Se detuvo frente a la caja de Jack y se mordió el labio inferior dudando de su propia idea y cuestionándose los dogmas de los guardianes. No le gustaba la idea de espiar el pasado de Jack, y mucho menos de volver a experimentar la muerte. Sus alas y las de sus pequeñas compañeras emitían un molesto zumbido al que ya se había acostumbrado hace tiempo pero que en ese instante no le dejaban pensar con claridad. Miró a sus amigas, que piaban nerviosas y la observaban con ojos tristes y llenos de preocupación; Algunas negaban con la cabeza, y otras parecían animar al hada con un gesto de manos.
Cerró los ojos, respiró profundamente y tomó la caja entre sus manos con decisión.

***

Jack había regresado a su cueva y acariciaba sin ganas los bordes de la corona que había hecho para Elsa. Tenía los labios y el entrecejo fruncidos y la cara y los ojos rojos de llorar de rabia e impotencia. Tendría que volver a su “vida normal” con el recuerdo de Elsa a sus espaldas, y pensar en ello le dolía.
- <<Necesito verla una vez más - pensó -, antes de que se marche para siempre>>.
Decidió ir a ver a Bunny y los demás para hablar de manera civilizada y aceptar la realidad. Si tan peligroso era, estaba dispuesto a separarse de ella, pero antes de eso quería despedirse. Confiaba en que no se lo podrían negar.
Al apoyar su mano en el suelo para levantarse, sus dedos rozaron con algo áspero y rugoso. Cogió el papel doblado y al abrirlo descubrió la perfecta caligrafía de Elsa, con su firma al final y un “Querida Anna” como título. Volvió a doblar la carta y se la guardó en el bolsillo, recordando que despedirse de la reina de Arendelle no era su única tarea pendiente.
Cuando finalmente se puso en pié oyó como un aleteo inquieto y veloz se acercaba a él.

- Hada, ¿qué haces aquí? - Jack observó a su amiga: parecía nerviosa. Su rostro denotaba preocupación y estaba pálida.
- Jack, lo siento, te juro que no tenía mala intención, sólo quería ayudar – hablaba muy rápido y gesticulaba más de lo normal. A pesar de ello parecía agotada -. He visto tus dientes. O sea, no tus dientes: tus recuerdos, tu vida. Y he descubierto algo.
- Hada, relájate, estás muy alterada, me das miedo, tienes ojos de loca.
Toothiana respiró hondo y trató de calmarse. Tras unos segundos comenzó a hablar.
- Cuando te estabas muriendo ahogado y congelado en el lago, una parte de ti todavía estaba consciente cuando comenzó la transformación en guardián. Y, cuando perdiste finalmente la vida, esa parte de ti se perdió. Estás incompleto Jack.
- Incompleto... - aquella era la misma palabra que usó la Luna -. ¿Crees que...?
- Elsa podría ser esa mitad que se perdió – completó Toothiana.
Ambos guardaron silencio unos segundos mientras Jack asimilaba la información.
- Quiero volver a verla. Aunque sólo sea para decirle adiós.
- Eso sería una insensatez – respondió cortante -, pero desde que te conozco se que de vez en cuando no hacen daño – sonrió -. Cuenta conmigo. Y si sombra se presenta ante nosotros le patearemos el trasero – a Jack se le iluminó el rostro al escuchar las palabras de su amiga -. Hablaremos con los demás, y si no atienden a razones debemos recuperar la bola de cristal antes de que la destruya, y los anillos.
El rostro de Jack perdió el color de nuevo al escuchar la palabra anillos. No lo había recordado hasta aquel momento, pero le había dado el anillo de invocación a Elsa, y si ahora lo invocaba, no podría regresar.
- Mierda.

***

Aunque la tormenta no era tan fuerte en lo alto de la montaña, Anna tenía la sensación de que el viento quería deshacerse de ellos y de cualquier incauto que decidiera llegar a la cima. Sentía el rostro paralizado por las bajas temperaturas y el constante azote de la ventisca.
- Es como si el palacio hubiera desaparecido – afirmó Kristoff -. Debería estar por aquí cerca, pero no hay rastro de las torres.
- Lo siento... - dijo la princesa arrepentida y con melancolía en su voz -. Ha sido idea mía, siempre lo fastidio todo, y ahora por mi culpa vamos a morir aquí.
Kristoff le ordenó a Sven que frenara. Se volvió hacia Anna y la agarró por los hombros firmemente.
- Anna, mírame: No vamos a morir aquí. No voy a permitir que te pase nada ¿Me oyes? Tú no tienes la culpa de nada.
- ¡Si que la tengo! ¡Yo soy la culpable de que Elsa se descontrolara en la coronación, y todo por un hombre al que acababa de conocer! ¡Soy una estúpida!
Anna se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar. Sus lágrimas estaban calientes en comparación con su rostro, y eso le provocaba cierta sensación de alivio, aún cuando sus lágrimas se convertían el hielo al bajar por sus mejillas.
Kristoff abrazó fuertemente a la princesa y depositó un suave beso en su cabeza para después acariciar delicadamente su pelo.
- Kistoff... ¿Por qué cuidas de mí?
Esa pregunta tomó por sorpresa al montañero. No tenía claro por qué lo hacía, simplemente quería hacerlo; Todo comenzó cuando trataba de convencerlo para que la escoltara a la montaña del Norte y sufrieron un accidente con el trineo. Entonces Anna le había prometido uno nuevo y él se vio obligado a cumplir los caprichos de la princesa. Más tarde tuvo que regresar con ella a Arendelle y el príncipe Hans lo había acogido en palacio. Fue entonces, al quedarse, cuando Anna empezó a solicitar su compañía, y sin darse apenas cuenta estar con ella se había convertido en una agradable costumbre; Se había encariñado con la princesa, no podía negarlo. Y también algo más.
- Quiero hacerlo – respondió finalmente el joven tras unos segundos de reflexión -. Me gusta verte feliz. De algún modo... me hace sentir bien.
Anna sintió que se le aceleraba el corazón y una agradable calidez invadía su cuerpo sonrojando sus mejillas. Si darse cuenta esbozó una leve sonrisa en su rostro: De algún modo aquellas palabras le habían levantado un poco el ánimo.
- Debemos continuar. Estoy seguro de que no estamos lejos.
La princesa asintió con la cabeza y al poco reanudaron la marcha.
No pasó mucho tiempo hasta que lograron distinguir una estructura irregular entre la nieve y, al acercarse, descubrieron horrorizados que se trataba de las ruinas del palacio de hielo. Anna se llevó las manos a la boca, temiéndose lo peor. Kristoff, por su parte, bajó de trineo e inspeccionó la zona.

Tras patrullar varias veces los alrededores no se topó con nada interesante: Todo a su alrededor eran escombros, hielo y nieve, y sobretodo no había rastro de la reina. Se giró y no muy lejos de allí pudo ver a Anna, todavía en el trineo, envuelta con varias capas de matas gruesas de lana. Decidió dar otra vuelta más para intentar encontrar alguna pista de lo que había ocurrido allí y, en caso de no hacerlo, acondicionar alguna zona para refugiarse y descansar.

Mientras recogía restos de estructuras para tratar de apilar cerca de un hueco entre unos escombros para frenar la entrada del viento, algo llamó su atención: Allí, entre la pureza de la nieve, un pequeño pedazo de cristal pulido reflejaba la poca claridad que había haciéndolo brillar. Cuando el muchacho se acercó a recogerlo, descubrió para su sorpresa que se trataba de un anillo sencillo y trasparente. Probablemente había pertenecido a la reina, por lo que creyó conveniente entregárselo a Anna. Pero lo guardó en uno de sus bolsillos: Antes necesitaban descansar.  

domingo, 26 de junio de 2016

Capítulo 20: Revolución

    Anna estaba en la biblioteca de palacio, recostada en el gran sillón que había justo al fuego, con una larga manta de lana burdeos cubriendo su cuerpo de vientre para abajo y con la mirada fija en las páginas de un libro de leyendas de Arendelle. Había tratado de distraerse con la lectura, pero su cabeza parecía negarse a dejar de pensar en los sucesos de los últimos días: La emoción que había sentido el día de la coronación y como esa misma noche su vida dio un cambio radical. El encuentro con Hans, la agradable velada que pasó con él, los poderes de Elsa, su consecuente desaparición, el estado del reino, el bebé, la boda... la traición de Hans...
Hans... ese nombre se le clavaba como un puñal en el vientre y el el pecho. Ya no sabía si sentía tristeza o ira. No sabía como iba a salir de esa, no se veía capacitada para llevar un reino, ella no había sido educada para eso. <<No puedo seguir>>, se dijo a sí misma, <<ya no tiene sentido>>. Esa frase cruzaba su mente muchas veces, pero algo en su interior, la última luz de la chispa de su esperanza, le susurraba con voz débil que debía ser fuerte, que no podía abandonar al reino ni a su hijo, que las cosas mejorarían.

Un repentino bullicio en las calles hizo que se desconectara de sus pensamientos. Con prudencia, se asomó a la ventana.
Lo que vio la dejó atónita: El pueblo, probablemente mucho más de la mitad, y muchos de los invitados de los reinos vecinos se estaban agrupando ante el palacio. Incluso pudo distinguir algún que otro rostro conocido de guardias reales y criados entre la multitud. La furiosa muchedumbre parecía encabezada por el Duque de Wesenton, el cual blandía en su mano izquierda una bandera de Arendelle con la silueta de las herederas tachada con una gruesa franja roja. En la mano derecha empuñaba una espada que relucía con los rayos del sol.
Pudo distinguir con claridad algunos de los gritos: Unos pedían comida, otros explicaciones sobre la reina y el príncipe Hans. Querían saber como se encontraban, cuando desaparecerían el frio y la nieve y por qué Hans había sido exiliado.
Anna estaba paralizada. No sabía que hacer.
Algunos guardias intentaron detenerlos y evitar que llegaran al patio principal de entrada, pero eran demasiados y se vieron obligados a retroceder mientras la muchedumbre avanzaba incansable y furiosa. Casi por impulso, la princesa abrió el ventanal y salió al balcón.
Los gritos en el patio cesaron, y Anna saludó al pueblo con una impecable reverencia.
- ¡Exigimos saber – comenzó el duque – el paradero de vuestra hermana la bruja y el príncipe Hans!
- El paradero de la reina es desconocido – respondió con voz clara y firme, produciendo un eco atronador –, y el príncipe de las Islas de Sur ha sido exiliado por traición.
El pueblo comenzó a vociferar; algunos dudosos y sorprendidos, pero la mayoría furiosos.
- ¿Cuál ha sido su traición? - preguntó el duque - ¿A caso ha sido mayor que maldecir un reino y abandonarlo?
- El príncipe Hans planeaba tomar Arendell: Traición a la corona.
- ¡Pues tal vez debería haberlo hecho antes! - gritó uno de los guardias renegados del reino. Todos corearon y aplaudieron la afirmación.
- ¡Su familia ha traído la desgracia a este reino! - explicaba exasperado el duque, señalando de forma amenazante a la princesa con la espada - ¡Es hora de que el pueblo responda! - la muchedumbre apoyó las palabras.
- ¡Devolvednos el verano y al príncipe Hans! - gritó una mujer.
Una flecha impactó y rebotó contra la balaustrada de piedra del balcón. Anna, presa del pánico, se metió en la biblioteca, y retrocedió hasta el centro de la estancia. ¿Qué iba a hacer? ¿Salir de allí? ¿Y si había más traidores en palacio?
De pronto la puerta de la habitación se abrió de par en par. Al girarse pudo ver a Kristoff con el rostro congestionado y fatigante; Tenía los ojos abiertos como platos y su pecho se agitaba contundente con su respiración.
Ninguno de los dos dijo nada. De algún modo Anna logró entender la situación con solo mirar al chico a los ojos. Los golpes en la puerta principal y los gritos del pueblo retumbaban en las frías paredes de piedra. La princesa cogió la manta que había dejado sobre el sofá, se la echó sobre los hombros y recogió la falda de su camisón de lana verde mientras corría hacia el joven , el cual la tomó de la mano rápidamente para guiarla por los pasillos.
Bajaron corriendo las escaleras hasta la planta baja, donde oyeron crujir las puerta principal. El castillo estaba desierto; Anna tenía claro que la habían abandonado a su suerte.
Al llegar al final de las estrechas y altas escaleras de caracol que llevaban a la cocina ambos jóvenes pudieron ver a la criada de confianza de la princesa. Esperaba impaciente junto al fuego de la chimenea retorciendo un pañuelo de tela blanca entre sus manos. El rostro se le iluminó cuando vio a Anna.
- ¡Anna! ¡Mi niña! - El sonido de los pasos, golpes y alaridos en el piso superior provocó el pánico de la mujer y comenzó a empujar a la princesa hacia la puerta de servicio -. ¡Tenéis que iros, van a por vos! ¡El pueblo se ha vuelto loco!
- ¿Pero por qué?
- Se ha corrido la voz del exilio Hans. El pueblo tenía puestas sus esperanzas en él – explicó Kristoff – Desde lo de Elsa estaban muy alterados y algunos empezaron a decir que la familia real está maldita y que conduciría el reino a la ruina.
- ¡Eso es de locos! ¡Mi familia es normal!... Era... Un poco – agachó la cabeza. De pronto tenía ganas de echarse a llorar -. Yo soy normal...
Kristoff apoyó su mano sobre el hombro de la princesa y esta le miró a los ojos mostrando toda su vulnerabilidad. Al joven se le encogió el corazón. Nunca la había visto así. Quiso abrazarla, decirle que no le iba a pasar nada, que la protegería y que todo iba a salir bien, pero lo único realmente útil que podía hacer en aquel momento era sacarla de ahí.
En el piso de arriba aumentó el estruendo: El gran portón se abrió, los muebles caían y la gente exija a la princesa. El eco de los pasos de la multitud comenzó a retumbar en el estrecho corredor de las escaleras.
- Tenemos que irnos – finalizó el joven.
La criada abrió la puerta, dejando entrar una inesperada y terrible ventisca que cubrió la entrada y buena parte de la estancia de nieve.
- ¡¿Pero que demonios?! - Kristoff dudó unos instantes. ¿A qué se debía ese repentino cambio en el clima? El temporal había amainado hace días y el tiempo parecía mejorar. Sacudió la cabeza para expulsar las dudas de su cabeza y concentrarse en su misión -. Sven nos espera detrás de los establos.
- Tenéis mantas, comida y agua en el trineo. También un poco de leña, carbón, una lampara, aceite, yesca y pedernal – explicó la criada – y algunas antorchas. No he podido hacer más.
- Es más que suficiente. Gracias.
Anna depositó un beso sobre la frente de la mujer.
Los tres salieron corriendo. Kristoff trató de cerrar la puerta, pero había quedado atrancada por la nieve y decidió cejar en su empeño y seguir a la princesa.
Tal y como había dicho el joven, Sven esperaba inquieto en la parte trasera de los establos. El viento soplaba tan fuerte que Anna creyó salir volando en cualquier momento y que el frio le cortaba la piel.
Ambos jóvenes subieron al trineo. La criada se despidió de la princesa entre lágrimas y se dirigió corriendo al pueblo lo más rápido que la nieve y sus flacas piernas le permitían. Kristoff sujetó las riendas y Sven comenzó a galopar hacia las montañas. La nevada borraría sus huellas.
- Kristoff... Creo que mi hermana ha vuelto.
***
- ¡Está vacío! - informó uno de los guardias que volvía de la cocina -. Es probable que haya huido: La puerta estaba abierta pero todos los caballos están en el establo, no ha podido llegar muy lejos a pié. Varios hombres están inspeccionando la zona.
- ¿Sabéis que significa verdad? - preguntó el duque - ¡Brujería! La princesa Anna también es una bruja: Se ha desvanecido y ha enviado esta tormenta para intimidarnos. ¡Pero no cejaremos! ¡Daremos con ella, y con su hermana! Matarlas es el único modo de romper esta maldición que nos abraza - <<Y después el pueblo me escogerá como su nuevo líder por haberlos guiado en la heroica y noble hazaña; De duque a rey. Ni planeado me habría salido tan bien>>.

***

El cuerpo azotaba violentamente sus cuerpos y el trineo haciéndolos tambalear. La nieve se alzaba en el aire nublando la visión y tiñéndolo todo de blanco. Sven era un reno veloz y había logrado dejar atrás la ciudad en poco tiempo. Ahora se hallaban en la falda de la montaña más próxima a la sierra que rodeaba la ciudad de Arendelle, sin ningún rumbo a seguir.
- Llévame a la montaña del norte, Kristoff.
- No. Con este temporal es demasiado peligroso.
- ¿Y a caso no lo es quedarnos al intemperie? - replicó la princesa – Llévame a la montaña del norte.
Kristoff dudó unos minutos y examinó sus posibilidades. Era demasiado peligroso, pero Anna tenía razón, no podían quedarse rondando por la montaña, las posibilidades de encontrar refugio eran mínimas y en la montaña tendrían como mínimo un palacio: Si Elsa no estaba podrían quedarse en él, pero por otro lado, si estaba... no sabía que podría ocurrir, y actualmente no podían fiarse de nadie que les diera refugio, ni él tenía un lugar a donde llevarla.

Finalmente fijó rumbo al norte.  

sábado, 30 de abril de 2016

Capítulo 19: Sombra

  Hans había regresado a palacio. Anna lo sabía y se dirigía con pasos firmes a la sala de reuniones dónde pasaba los días. Llevaba los puños apretados. Tanto que se hacía daño. Pero la ira que le recorría las venas en ese momento no le permitía ser consciente de ello. En una de sus manos se encontraba la carta que estaba a punto de cambiar su vida (de nuevo).
La pesada puerta de la estancia se abrió de forma abrupta. Todos los presentes se giraron de inmediato, sorprendiéndose al ver una Anna con un porte y una determinación nunca antes vista.
- Fuera – dijo seriamente la princesa. Sus palabras parecían cortar el aire como cuchillas de hielo -. Quiero hablar con mi marido.
  Los soldados y altos cargos allí reunidos se retiraron de inmediato, dejando al príncipe Hans con expresión de incredulidad ante su esposa.
- Anna, querida, ¿qué ocurre? - preguntó al tiempo que se acercaba a la princesa con intención de tomar sus manos, pero ella lo apartó bruscamente con un manotazo.
- No te me acerques.
  Hans estaba demasiado confuso como para decir nada. La situación simplemente escapaba a su entendimiento.
- ¡Esto! - exclamó Anna con ira en sus ojos mientras le mostraba la carta - ¡Esto es todo lo que buscabas, no?
   El rostro del muchacho se volvió pálido al reconocer el papel que le mostraba su esposa.
- No es lo que crees... -comenzó a defenderse. Pero Anna lo interrumpió.
- ¿No es lo que creo? “Hazte con Arendelle”, “Mata a la reina si es necesario”. Dime Hans ¿qué he mal interpretado?
- Por favor Anna, deja que me explique, eso es lo que quieren mis hermanos, no lo que quiero yo.
- Pero estás aquí, casado conmigo, ¡gobernando Arendelle! Sin Elsa molestando. Dime una cosa ¿me quitarás del medio a mi también cuando sea un estorbo? ¿O ya lo estás planeando?
- ¡No digas tonterías Anna! Puede que llegara a Arendelle con dichas intenciones pero todo cambió en cuanto te conocí. ¡Me da igual la corona!
- ¿Cómo puedo creerte?
- Anna. Lo juro por mi honor, créeme: Daría mi vida por ti si fuera necesario. Lo último que quiero es herirte: Te amo.
   La última frase fue como un puñal.
- Ya lo has hecho Hans. Ya es tarde – respondió fríamente la princesa -. He informado al capitán de la guardia de tus intenciones, ha leído la carta. No tardarán en ir a por ti – hizo una pausa para mantener la compostura y evitar que se notara lo mucho que le dolía esa situación -. Vete.
- Anna...
- ¡¡Vete!! ¡Aléjate de mí!
   El rostro de Hans cambió: Se volvió serio, pero sus ojos denotaban una projunda tristeza y dolor interior.
- Cogeré mis cosas y me iré.
- Ya he mandado empaquetar tus cosas. Un cochero te espera en la entrada de las cocinas.
   Hans hizo una reverencia.
- Majestad.
   Miró fijamente durante unos segundos a la mujer que había cambiado su vida y le había brindado felicidad para luego abandonar la estancia con paso ligero.
   Anna cerró la puerta tras de sí, y cuando estuvo segura de que Hans se había alejado, se derrumbó en el suelo llorando con profundo dolor, dejando salir todo aquello que le dolía.

***

   La nieve era densa, pero su poder le permitía caminar sobre ella como si de un suelo de parqué se tratara. Avanzaba siguiendo una sombra que nunca parecía alcanzar. Tal vez no tuviera mucho sentido, pero era lo único que sus ojos alcanzaban a ver.
   De pronto la sombra desapareció y la tempestad pareció calmarse, dejando entre ver en la lejanía algo parecido a un edificio alto. Aligeró el paso y no tardó en distinguir unas ruinas que le resultaban terriblemente familiares.
- No... - dijo con un hilo de voz para si misma.
   Corrió en pos de los heraldos muros derrumbados y descubrió horrorizada la realidad: Su palacio de hielo no era más que un montón de hielo astillado. Una vez en el patio contempló horrorizada las ruinas de lo que había sido su hogar durante los últimos días y del cual guardaba hermosos recuerdos. Retrocedió asustada y algo tropezó con sus pies. Cuando se giró para verlo contempló sus rostro desfigurado y separado de su cuerpo. La cabeza de la estatua de hielo que Jack le había hecho descansaba en el suelo totalmente destrozada. Se arrodilló y la tomó entre sus manos. Era más pesada de lo que parecía. De repente le pareció que le faltaban fuerzas. Ocultó su rostro y trató en vano de reprimir un gemido de tristeza.
   Hubo un breve silencio. Un silencio demasiado incómodo para la Elsa. Con Jack a su lado siempre había algún sonido, pero esa vez ni siquiera las aves la acompañaban. Un grito desgarrador surgió de lo más profundo de su ser acompañado de una gran ráfaga de aire y nieve. Fueron a penas unos segundos y, cuando el eco paró, tan solo los sollozos de la reina rompían el silencio.

- Vaya... Como se han torcido las cosas ¿eh? - una voz fría y profunda interrumpió su rencuentro con la soledad y el dolor. Se volvió hacia ella. Cuando vio lo que tenía delante quedó totalmente paralizada -. Hola, Elsa. ¿No me esperabas verdad? Bueno, lamento no haber podido pedir una audiencia, pero entre este caos... Digamos que no encontré a nadie que me atendiera – una risa espeluznante hizo que Elsa se estremeciera.
   El hombre que tenía ante ella era sombrío, alto y esbelto. De rostro anguloso, sonrisa maliciosa e intimidantes ojos áureos; Esbozó una siniestra sonrisa.
- ¿Quién eres tú? - logró preguntar la reina tratando de no caer presa del terror que ese hombre misterioso despertaba en su interior.
- Aquel al que has llamado. Lo siento mucho, pero no pude llegar antes: Esto de viajar entre mundos es un poco aparatoso. Pero bueno, supongo que eso ya lo sabes – hizo una breve pausa y clavó su marida en Elsa. La reina notó un escalofrío -. Un poco desconsiderado por tu parte hacer esperar a tus invitados ¿no?
   Estaba totalmente desconcertada: ¿Quién era ese hombre extraño?, ¿qué hacía ahí en medio de una ventisca? Y sobretodo ¿cuándo lo había llamado?
- Lo siento, pero no se a que se refiere.
- ¡Oh! ¡Mi pobre reina, siempre tan desconcertada! Me llamo Sombra, y tú me has llamado. Tal vez hace años, es cierto, pero, compréndeme: Tu querido guardián me desterró al olvido y no es fácil salir de allí.
   Al oír la palabra “guardián” la mente de Elsa pareció nublarse y fue incapaz de prestar atención al resto de la frase. Los guardianes, Jack. De pronto y como un soplo de esperanza recordó lo que le había dicho Jack sobre los anillos. La joya todavía descansaba sobre su pecho, solo tenía que ponérselo y Jack volvería a su lado. Solo había un problema: estaba totalmente paralizada. El temor que ese hombre infundía no era normal, parecía que al verlo uno estuviese justo ante su peor temor y te hacía sentir totalmente inane.
- ¿Co... conoces a Jack? - preguntó finalmente la reina con un hilo tembloroso de voz.
- Por desgracia, si. De no ser por él mi vida había sido mucho más interesante estos últimos ochenta años. Aunque no puedo negar que he aprendido mucho en el limbo; Eso de viajar entre mundos es una costumbre muy interesante que se ha perdido, y a mí me parece terrible no atender a la gente que lo está pasando mal, como tú.
   Probablemente esas últimas palabras trataban de sonar amables pero desde luego no sonaban agradables. A cada frase el ambiente y el cuerpo de Elsa parecían congelarse más y más, desconcertando por completo su mente cada vez que fijaba esos ojos dorados en ella.
- Vamos a lo que nos atañe querida – continuó hablando -. No pienses que porque Jack me desterró soy una mala influencia: de hecho debería ser él el que empezara a usar más su cabeza, ¡mira en que lio te ha metido! Y te abandona de nuevo como a un perro. No, eso no está bien. Pero no te preocupes, ya estoy aquí para ayudarte a liberar todo ese poder que te tiene prisionera de tu propio ser.
- ¡Te equivocas! - logró exclamar la reina -. No se quien eres, ni de donde vienes o de qué conoces a Jack, pero si se que desde que llegó lo único que ha hecho es ayudarme ¡No me ha metido en ningún lío, me ha enseñado como salir de ellos, y ahora seguiré lo que empezó para ponerlo todo en orden, con o sin él!
   Sombra pareció sorprendido durante unos instantes, pero pronto recuperó su sonrisa siniestra y arrogante. Se acercó a Elsa y le acarició el cabello.
- ¡Qué bonito! - comenzó con voz serena -. Es como en los mitos griegos: Las dos mitades se han encontrado para ser una. Una pena que tengáis que estar separados otra vez ¿no? . Ambos habéis luchado tanto por no estar solos... Una lastima. Pero mentiría si negara que no me alegro por ello; Ahora que Jack no está, ya puedo acercarme a ti. Yo también he esperado mucho este momento.
   Elsa titubeó, la mirada penetrante de esos ojos áureos le negaba la libertad a sus palabras. De repente notó un cosquilleo que subía por sus piernas y al bajar la vista observó horrorizada como unas arenas oscuras comenzaban a rodear su cuerpo.
- <<¡¡No puedo moverme!! ¿¡Qué es todo esto!?>>
- Elsa, ¿te gustaría ser mi reina? - la joven no podía hablar, pero eso Sombra ya lo sabía, en su rostro se veía que no esperaba respuesta -. Es una verdadera lástima todo por lo que has pasado... y ese poder taaan desaprovechado. ¡Libérate! ¡Únete a mí y se mi reina de las pesadillas! ¿No quieres reunirte con tu hermana? No está pasando por un buen momento, seguro que necesita apoyo.
- A... nna...
- Si... Pobrecita, tan joven... Pero es extraordinariamente fuerte. Tiene un corazón muy puro y no se deja corromper por la oscuridad, pero tú... - soltó una risa maliciosa – Tu llevas albergando oscuridad en tu corazón desde pequeña. Olvida a tu querido Jack, y ven conmigo: Gobernaremos Arendelle, cuidaremos de tu hermana, no tendrás que volver a ocultar tu poder, serás respetada...
- No...
- ¿No? Esa no es una respuesta válida “mi reina”.

   Cada vez que Elsa intentaba zafarse de la punzante mirada de Sombra, observaba con temor como la arena cubría su cuerpo. Fijó su mirada en el anillo.
- <<Unos centímetros. Unos centímetros y podré ponérmelo. ¡Por favor, ayuda!>>
- ¿Qué pretendes? - Sombra adivinó las intenciones de la reina. Desconocía el poder del anillo pero no le apetecía arriesgarse a que algo pudiera suceder, estaba demasiado cerca de cumplir sus objetivos y lo estaba disfrutando. Con una de sus manos arrancó la cadena con el anillo y lo arrojó hacia algún lugar del níveo escenario que enmarcaba la escena mientras con la otra sostenía el rostro de Elsa por la barbilla clavando sus finos dedos en la piel de la reina -. Dile adiós a la opresión Elsa, y dile adiós a Jack. Aunque no lo echarás de menos,te lo aseguro.
   La mirada dorada se clavó en lo más profundo de su ser . Era como si todo lo que era hubiera sido arrancado dejándola con un profundo vacío y dolor en su interior. Pero está sensación pareció desaparecer de repente, y solo el frio y la oscuridad pareció ocupar ese lugar. Oscuridad que cubrió su visión por completo.
   De repente le pereció vislumbrar una llama chispeante y dorada que comenzó a relampaguear cubriendo su cuerpo de energía. Sintió algo extraño; Por primera vez perecía totalmente consciente de su poder y una sonrisa maliciosa de grandeza se dibujo de forma furtiva en su rostro.
   A sombra le gustaba lo que veía.
   Elsa abrió los ojos y su cuerpo parecía arder en deseos de liberar toda su energía y odio. Sombra le tendió la mano de forma caballerosa.

- Es hora de regresar, majestad.

domingo, 24 de abril de 2016

A New Frozen Kingdom nominado en los Disney Bloggers Awards 2016

   ¡Hola queridos lectores!
   La noche anterior tuvo lugar la gala de los Disney Bloggers Awards 2016, una idea de Happy Hero similar a los Oscar que todos conocemos pero para la comunidad de Disney Fans
   De entre las distintas categorías en las que se dividen estos premios, A New Frozen Kingdom fue nominado a varios de ellos, y por ello os doy las gracias de haber votado por este fanfic (a pesar de avanzar a paso de tortuga). Recalco que esto solo han sido nominaciones y no ganadores
   Las categorías fueron: 


   Mejor personaje secundario masculino de fanfic 
Kristoff
  Me sorprendió mucho la primera vez que lo leí, no pensé que fuera un personaje que llamaría tanto la atención como para que decidieran nominarlo a los premios. 
   A este grandullón aún le quedan cosas por hacer en la historia (como a todos los personajes claro). Espero que os siga gustando. 


   Mejor protagonista femenina de fanfic 
Elsa
   En general es uno de los personajes más populares de los últimos años (desde que se estrenó la película vamos) así no no me extraña que la hayáis nominado. Lo que si me extrañó un poco fue que nadie votara por Anna para las nominaciones teniendo en cuenta que ganó la encuesta de personaje más popular del fanfic.
   Me ha alegrado mucho ver a Elsa en la lista de nominados, sobretodo porque siento que es un personaje muy pesado y a veces me paso de dramática con ella (o con todos en general, soy una drama queen). 


   Mejor escritor/a de fanfic
Yo: Yuka Lockhart
  ¿Quién iba a ser si no? ¿Jack Frost?
   Aquí no hay mucho que contar. Tenía muy claro que ganaría Liv pero aún así me apetecía mucho presentarme.


   Mejor fanfic
A New Frozen Kingdom
   Y llegamos al final con la nominación al mejor fanfic. Tenía muy claro que no ganaría, y más estando Legend en medio. Aún así estoy muy orgullosa  y muy agradecida por todos los vosotros que haya recibido; De nuevo, mil gracias.


   Bueno. Hasta aquí la entrada. 
   Como ya sabréis estos últimos meses de clase son duros y plagados de exámenes, por lo que tendré menos tiempo del habitual para escribir. Aún así, si todo sale según lo planeado, la historia llegará a su fin este verano ^^ ¡Y espero que así sea!

   ¡Un saludo y hasta la próxima! 

domingo, 3 de abril de 2016

Unas palabras de agradecimiento ^^

   ¡Por fin está aquí el tan esperado (bueno, aunque quizás no tanto) capitulo 18 de A New Frozen Kingdom! 
   *Aplausos*

   Tenía que haber escrito este capítulo en Semana Santa. Y de hecho lo hice... un poco. Pero ya sabéis, cuando se dan vacaciones se quiere vaguear hasta límites insospechados y si aún por encima te regalan un videojuego nuevo... Bueno, digamos que ayuda a fomentar la distracción.
  ¡Pero han vuelto a empezar las clases! Y yo ya estoy de nuevo aquí, haciendo lo que se supone que no debería hacer en esta época. No tengo la culpa de ser más creativa cuando estoy más ocupada, seguro que a vosotros también os pasa... Al menos a alguno. 
   Se que el ritmo de publicaciones ha bajado notablemente desde el capítulo 10, aprox, y pido disculpas por ellos, pero al fin y al cabo todos somos humanos, tenemos obligaciones, vida, a veces se tuercen las cosas y otras simplemente no nos apetece hacer nada. Pero a pesar de ello vosotros seguís ahí, al pie del cañón esperando los nuevos capítulos e incluso mandándome mensajes para saber que demonios estoy haciendo y por qué no subo más. ¡¡Muchas gracias!!
   Aunque tarde en subir los capítulos no voy a dejar de escribir este fanfic ¡y menos ahora que ya hemos pasado de la mitad! (si, vale, tal vez no haya pasado mucho pero estamos llegando al final). Terminar de contar esta historia es ya algo personal y que dará pie a nuevos proyectos. Los cuales espero que también os agraden. 

   ¡Muchas gracias por seguir esta historia, de verdad! No sabéis lo feliz que me hacéis (voy a parar porque me estoy poniendo moñas). 

Capítulo 18: El frío trae el miedo

    El tiempo pasaba en el reino de Arendelle y Elsa seguía desaparecida. Para sorpresa de todos, la nieve había comenzado a derretirse en las zonas más cálidas del reino y las gentes ya podían circular por las calles con normalidad.
El sol brillaba radiante en el cielo despejado y Anna fue consciente de ello al mirar por la ventana. A ella le encantaba el sol y lo extrañaba. Aún así fue incapaz de alegrarse, pues el hecho de que volviera el buen tiempo sólo era debido a que su hermana estaba ahora más lejos de ella que nunca. Se sentía sola y miserable, sin ningún familiar conocido al que acudir, sin nadie en quien confiar... Ni siquiera en su propio marido. Dudaba si algún día sería capaz de confiar en alguien de nuevo y, aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no podía dejar de pensar que en algún momento, tarde o temprano, todos la traicionarían.
- <<¿En qué estaba pensando? Elsa tenía razón... Tenía razón en todo... Soy una insensata: Casarme con un hombre al que apenas conozco...>>
Se llevó las manos al vientre incipiente y de pronto sintió ganas de llorar, aunque le pareció que las lagrimas se le habían agotado hace tiempo.
- ¿Así está bien, majestad?
La voz de de la costureras la alejó de sus pensamientos. Apartó la vista de la ventana y se vio reflejada en el espejo, ataviada con un bonito vestido en tonos azules y negros con detalles morados y verdes.
- Si. Está perfecto – respondió sin ningún tipo de expresión en su voz -. Retírate por favor.
La mujer ayudó a la princesa a cambiar su vestimenta por una púnica sencilla y olgada de color magenta. Cogió el vestido en el que estaba trabajando y dejó a Anna sola en sus aposentos.
La princesa se sentó junto a la ventana, apoyó su cabeza en el cristal y cerró los ojos lentamente. Cuando los abrió al cabo de unos minutos, sintió algo extraño en la estancia y un escalofrío recorrió su columna vertebral. El sol había sido cubierto por densas nubes y hacía más frio de lo normal.
Sin saber muy bien porqué se puso en pie y avanzó hasta la puerta. Salió de la habitación, avanzó por el lúgubre pasillo sin ser dueña de sus pasos. No encontró a nadie durante todo el trayecto. El chasquido de la leña al fuego y la luz que se asomaba tímidamente tras un puerta arrimada hizo que tomara un nuevo rumbo.
Abrió la puerta y su cuerpo fue invadido por la calidez que emanaba de la chimenea. Esa era la estancia donde Hans pasaba la mayor parte del tiempo. Recorrió la habitación como si de un alma en pana se tratase, acariciando cada mueble, libro o planta que encontraba en su camino, como si toda la realidad que la rodeaba hubiera quedado ya muy atrás. De pronto, una carta con el sello roto de las Islas de Sur llamó su atención. Sin pensárselo dos veces la tomó entre sus manos y la abrió; Pero cuando quiso comenzar a leer el papel se desrizo entre sus dedos en forma de arena negra. Retrocedió, desconcertada y sorprendida, sólo para percatarse de que más arena negra caía del techo, como si de nieve se tratara. Alzó la vista, y en ese mismo momento, la estancia se derrumbó entera sobre ella enterrándola en la más completa oscuridad. Trataba de respirar, de salir de ese siniestro mar arenoso y sombrío pero, cuando por fin logró hallar la superficie se vio en medio de una blanca y terrible tempestad.
Una voz familiar la llamó por su nombre. Anna se dio la vuelta.
- Hola, hermana.
- Elsa...
Abrió los ojos de repente, sobresaltada, jadeando y sudando.
- <<Un sueño... >> - pensó para si misma respirando entre cortadamente. Cruzó los brazos sobre su pecho y frotó los brazos son las manos para tratar de entrar un poco en calor y quitarse la desagradable sensación de ese mal despertar.
Se puso en pie y salió de la habitación para después atravesar los largos pasillos hasta la sala de reuniones y operaciones dónde solía estar su marido. Llegó a la estancia, pero ésta estaba vacía y con la chimenea apagada, por lo que supo que nadie había estado ahí en todo el día.
Comenzó a recorrer la estancia, pues no tenía nada mejor que hacer. Observó las estantería llenas de libros, polvo y pergaminos. Acarició los sillones, sillas y mesas a su paso con una extraña sensación de déjà vu. Corrió las cortinas para llenar de claridad la estancia, y abrió la ventana para dejar entrar el aire.
Un fuerte soplo de viento frio sacudió el cabello y ropa de la princesa, así como las cortinas y los apeles que había sobre la gran mesa rectangular de caoba. Pero no el importó. Se quedó un rato frente a la ventana, disfrutando de ese viento que le recordaba tanto a las mañanas de invierno con su familia... si es que dichos recuerdos eran ciertos.
- <<Ojalá pudiera volar – se dijo a si misma mirando el sol en el claro horizonte -. Ojalá pudiera volar e irme lejos... dejarlo todo atrás...>>.
Por un momento sintió el impulso de saltar por la ventana e intentarlo, pero sabía perfectamente que no era posible.
Cerró la ventana y se dio la vuelta para observar el desastre que el viento había provocado: Papeles, cartas, plumas y mapas estaban desperdigados de forma aleatoria por la mesa, el suelo y los sillones. Comenzó a organizar el desorden, agachándose para recoger las hojas perdidas que descansaban en la alfombra para al menos devolverlas a la mesa. Entonces, justo sobre la manta de lana verde que cubría el sillón que tenía en frente, vio algo que hizo que le diera un vuelco el corazón y se paralizara su cuerpo.
Tragó saliva y trató de tranquilizarse sin apartar la vista de ese sobre abierto con el sello de Las Islas del Sur. <<Es sólo una coincidencia>>, se dijo mientras recordaba su extraño y abrumador sueño. Se inclinó hacia delante quedando de rodillas en el suelo y cogió la carta con dedos temblorosos. Una desagradable y fría sensación la invadía por dentro al recordar el miedo y la angustia que había sentido cuando quedó atrapada en la oscuridad de su pesadilla. Sabía que el techo del palacio no se convertiría en arena y caería sobre ella, pero podían ocurrir cosas peores y tenía un mal presentimiento.
Dudó unos instantes, pero finalmente abrió el sobre y sacó la hoja escrita de él; La desdobló y comenzó a leer, no sin sentirse un poco culpable por ello.
Su rostro perdió el poco color que le quedaba.

Estaba de nuevo en su habitación, con los ojos hinchados de llorar, la cara roja de ira y apretando la maldita carta desesperada entre sus manos. Unos pasos fuertes y apresurados se oían al otro lado de la habitación y de repente la puerta se abrió dejando ver la figura de un Kristoff jadeante.
- Anna ¿Qué ocurre? Me han dicho que necesitabas verme, que era urgente – hizo una pausa mientras observaba como la princesa le miraba cabizbaja desde la silla junto a la ventana -. Oh... lo siento. No he llamado a la puerta.
- ¡Olvídate de eso! - exclamó a punto de volver a romper a llorar -. Ven aquí.
El joven cerró la puerta tras de si y movió un reposa pies que había junto al sofá ara sentarse frente a la princesa.
- Mira esto – le dijo Anna a tiempo que le tendía la carta ya fuera del sobre.
- Es una carta.
- Leela.
- No se leer – informó ligeramente avergonzado.
- ¡Kristoff... he sido víctima de un ardid!
- Vaya... Pues no sé que es eso pero suena horrible.
- ¡Un embeleco, una treta, un engaño!
- ¡Ah! Pero, ¿de quién?
- ¡De todos! ¡Mi vida es un maldito engaño!
- ¿Tiene algo que ver con lo de tu hermana y tus recuerdos perdidos?
- No – respondió agachando la cabeza a tiempo que una lágrima tímida se deslizaba por su mejilla -. Es Hans – tomó aire y trató de tranquilizarse -. Esta carta es de uno de sus hermanos. Planeaban hacerse con Arendelle desde dentro. Hans era el único soltero de sus doce hermanos, quieren usar su compromiso conmigo para ampliar su reino. ¡Estaba todo planeado! ¡Él no me quiere! Sólo quería el trono de Elsa... y ahora que ella no está ya lo tiene. ¿Qué soy yo ahora para él?
Anna no pudo aguantar más y rompió a llorar. Kristoff se sintió impotente al verla así de nuevo, no sabía que podía hacer para mejorar su situación, al fin y al cabo él era un simple vendedor de hielo... (sin trabajo, dadas las circunstancias).
- No se que debo hacer ahora.
Kristoff no tuvo tiempo de usar la cabeza para pensar cuando las palabras ya salían por su boca.
- Bueno, el reino sigue siendo tuyo.
- Y suyo – puntualizó con un leve hilo de voz.
- Pero tú eres la heredera legítima después de tu hermana, y toda la gente del reino te apoyará a ti.
- Hans ha sacado a delante el reino durante este tiempo. Yo no he hecho nada, no tienen motivos para seguirme.
- Yo te seguiría – respondió casi para si mismo.

***

Lejos de allí, en las altas montañas del reino, una joven de cabellos plateados y vestida de blanco se hallaba perdida en medio de la pureza de la nívea nieve. El viento soplaba a su alrededor pero no estaba segura si se trataba de un fenómeno natural o era ella misma quien lo provocaba.
Afortunadamente no tenía frío a pesar de sus vaporosa indumentaria.
Miraba a su alrededor buscando algún signo que le indicara su paradero y avanzaba dubitativa con pasos temblorosos, cuando de repente alzó la vista y la pareció ver una silueta negra en el horizonte.